2.500 peregrinos pernoctaron en esta ruta en 2017
Elizondo – No está plagado de baldosas amarillas pero esconde, como en las fantasías de Oz, rincones e historias llenas de tradición y de magia. Estampas vestidas ahora de verde y amarillo propias de cualquier novela, de esas que inspiran y crecen a cada paso. El Camino de Santiago a su paso por Baztan, a pesar de constituir una ruta casi olvidada durante décadas, ha resurgido en los últimos años con fuerza tras haber servido de vía para aquellos que desembarcaban en el puerto de Baiona con la intención de incorporarse a las caravanas de mercaderes que se dirigían a Pamplona. Pastos, bosques, palacios y caseríos labrados en piedras que esconden leyendas con halos de brujería envuelven la belleza natural de sus rincones, desde Baiona hasta Urdax pasando por Berroeta o Lantz hasta llegar a Pamplona.
La periodista Katrin Pereda recupera en su primera novela, El árbol de las Historias vivas, todo lo que le ha inspirado el Camino, al que, en forma de realismo mágico, invita al lector a adentrarse echando mano de la historia de estos lugares y de sus maravillosas gentes. Pone así en valor un itinerario tal vez menos conocido pero que conserva con mimo, como sucede siempre en el Camino, mucho de eso que espera ser descubierto.
Nace desde una entrada alternativa a la tradicional, por Roncesvalles, desde Francia a Pamplona. La ruta atraviesa verdes tierras y dos hitos monumentales e históricos: el monasterio de Urdazubi/Urdax, hospital para peregrinos en el siglo XI; y el monasterio de Belate, éste último hoy sin uso. Un total de 102 kilómetros (106 hasta la capital navarra) que brinda al paseante la oportunidad de atravesar los puertos de Otsondo y Belate, con la impronta de cierta dureza, pero asequible, en general, para cualquier caminante.
El año pasado pernoctaron en sus 5 albergues navarros un total de 2.500 peregrinos –a los que hay que sumar los que, con mayor capacidad adquisitiva o por elección propia, se alojan en los hoteles de la zona– y, aunque las cifras de este ejercicio no están todavía cerradas, desde la Asociación de Amigos del Camino de Santiago avanzan que “es probable que se superen”. Coinciden en que, desde el año 2000, cuando se fundó esta entidad con el objetivo de “resucitar” esta ruta, cada vez son más los que la eligen. “A lo largo de cien kilómetros hay un buen surtido de albergues que propicia el tránsito de peregrinos, Es un camino que tiene mucha historia en todos los sentidos, atractivos culturales y paisajísticos, que es lo que le está brindando éxito”, valora Pepe Fernández D’arlas, presidente de la asociación.
Cerca de Urdax, las cuevas de Elkaburu dibujan entre estalactitas y estalagmitas un enclave que se originó hace unos 14.000 años gracias a la continua erosión del río Urtxuma, ocupadas antaño por personajes de leyenda, guerrilleros y contrabandistas. Las casas señoriales de los indianos, vecinos que emigraron a América en los siglos XVIII-XIX; el arco de Amaiur y su emblemático monolito; la posada de Ziga o la catedral de Santa María en Baiona… Todos ellos y algunos más son tesoros que recoge un camino único.
Puesta en valor La Asociación de Amigos del Camino de Santiago destaca que esta ruta de peregrinación jacobea fue publicada en 1964 por el padre Germán de Pamplona y ha sido la brújula que ha guiado a esta entidad en las labores de recuperación y puesta en valor de este itinerario, en colaboración con la Asociación francesa de los Pirineos Atlánticos. “Las referencias al Camino de Santiago baztanés son patentes. El padre Germán afirmó en su trabajo de investigación, respaldado por documentos de la época, que fue mucho más transitada de lo que algunos opinan por viandantes, peregrinos, mercaderes, reyes y ejércitos a lo largo de la Edad Media”, afirman. Otra autora, María Teresa López de Guereño, “cita que la ubicación del monasterio premonstratense de San Salvador de Urdax no resulta casual pues fue su finalidad hospitalaria y de atención a los peregrinos la que lo originó”.
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Este camino recorre durante 32 kilómetros el departamento de los Pirineos Atlánticos, en Aquitania, por Ustaritz, Espelette (un kilómetro fuera de la ruta pero con albergue de peregrinos), Souraïde y Ainhoa. Atraviesa la muga por Dantxarinea y Navarra a lo largo de 77 kilómetros, recorriendo Urdazubi/Urdax, el Valle de Baztan y parte de la Ultzama, Lantz y los Valles de Odieta, Olaibar y Ezkabarte.
“En el país galo, la Asociación de los Pirineos Atlánticos de Amigos recurre a una señalización más discreta aunque suficiente. El handicap es que hay que prestar más atención al Camino para no perderse”, señalan desde la asociación, que recuerda que ya en la Comunidad Foral, además de señalizar con las típicas flechas amarillas, han contado durante años con la colaboración desinteresada de los artesanos Genaro Fagoaga y Cesáreo Soulé, “que han tallado en piedra diferentes motivos jacobeos para señalizar y adornar la ruta”. A estas tareas se suman otras de desbrozado y mantenimiento del Camino, recuperación de calzadas antiguas, restauración de puentes y ermitas y demás patrimonio anexo a la ruta.
“Cuando lo hice sentí mucha ilusión, no sabía que existía ese camino y me sentí orgullosa de que Navarra tuviera una ruta que, según dicen, en su día fue incluso más importante que la francesa –valora, por su parte, la escritora–. Es una forma diferente de conocer la cultura y las costumbres de los pueblos o incluso la historia de otras personas”, señala.
A principios de este año el Gobierno de Navarra llevó este itinerario, junto a otros, a la feria FITUR, un escaparate que sin duda servirá para ensalzarlo. “Pero mi percepción cuando he preguntado por este camino es que es muy desconocido. Y es una pena porque el paisaje es precioso, te atrapa, allí tú eres un personaje más aunque es protagonista, sin duda, la naturaleza”. Contribuye a ello, señala Pereda, que se trate de un paisaje “que no está tan sometido por el turismo. En él permanece el espíritu de las peregrinaciones que quizás ahora en el francés es más difícil de recuperar. En el de Baztan hay menos gente, puedes sentir más lo que es el espíritu de un peregrino, algo que se está perdiendo en otros caminos”.
Es otra forma de conocer la historia de Navarra: “A través de lo que no habla pero que , si estás atento, te puede contar muchas cosas”.